Escrúpulos

Solamente intentaba urgar en ella... con el fin de salir de ella... cosa que todos hacemos, sin querer, queriendo...

Así estamos hoy. Revolvía yo sentado en el piso, como indiecito sometido y obligado a vivir la porquería de la realidad social en la que me incrustaron y todavía no se por que. Removía la basura, metí mis delicados dedos en el cubo de la porquería, te contaba. Me corté varias veces, pero no quería parar porque sabía (o yo lo sentía y era mi imaginación; pero preferí creerle a mi conciencia por esta vez) que el tiempo pasaba como ráfagas de arena y arrastraba todo… Alguien sabio, una vez me dijo con ese tono de abuelo joven y divertido (no sé si alguna vez escuchaste a uno, yo si): “Hijo, si no sentís en tus venas que la sangre caliente corre por tus venas, si no sos capaz de despertar y respirar profundo a la mañana, sentir la brisa aunque esta escasee, mirar hacia el sol… y abrir los ojos aunque te encandile su intensidad, aunque te impida llegar hacia su calor… si no intentás, hijo mío… dejarás con la derrota muchos sueños atrás… dejarás… hijo mío…. Tu alma en el camino…”…
Es así que muchos, pero muchos años después… tomé conciencia de lo que el sabio viejo me había querido decir con cada palabra profundamente tupida y tallada. Su boca tenía un valor invaluable, valga señores la redundancia (me refiero a incalculable, no sé si me expresé mal).

Ja! Y que hago yo ahora, mezclándome entre los libros, no entiendo muchas cosas a mí alrededor. Lo que me costó integrarme! salir al mundo señores, para ahora sentirme tan achicharrado por la ola masiva de desmesuradas patrañas en el mundo. Me siento inactivo. Amoral. Mi intelecto me lo hace saber engañándome todos los días, tentándome a la presunta reacción… como una fruta inmadura que explota y revienta como si hubiese caído desde un árbol rascacielos... así señores… me siento cada mañana les digo. Por eso es que temo, que mi intelecto tenga razón. Solía serle infiel a mis impulsos, por que no solía cometer tal estupidez. Gracias a Diosito, la Virgen y San Rafael, la prudencia me acompañó toda mi vida. (Aunque recuerdo una ocasión, en la secundaria cuando dos compañeras se burlaron de mi peculiar manera de vestir y me reprimí tanto que no quise darles más motivos, pero ahí es donde el sabio viejo apareció y tomó la delantera en la partida… fue agradable ver como causalmente caía como del cielo (o desde el infierno) en el momento exactamente indicado.

Y bueno, desde aquel día... no soy el mismo señores. Aunque claro, tropiezos tenemos todos... imagínense ustedes, una noble persona andante por las descoloridas tierras. Así, tal como usté. Caminante que erguido la pelea, la pelea para seguir sin escrúpulo alguno, aunque el sol queme los pies y dañe nuestros ojos.

Pero lo importante es señores, que mi esencia no ha cambiado. Dicen que eso es bueno. Esta vez, lo creí o por lo menos lo sentí.

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."Una tarde de primavera, dormía yo todavía; y envuelta en mis sábanas soñé un sueño. Soñé una aldea de todos los colores. Alegre, amistosa, y llena de felicidad..."

En la foto: Leen, escritorita (o ese fue el intento), en una de sus tantas cuevas desordenadas.